El año 2022 fue complejo para las economías del mundo y 2023 no estará exento de complicaciones, riesgos e incertidumbre, si bien sin llegar a una condición tan severa como lo es la recesión.
Por: Julio Alejandro Millán, Presidente de Consultores Internacionales, S.C.
La pandemia por COVID-19 está en vías de ser declarada como terminada, pero los países que aún tienen complicaciones y los efectos pospandemia seguirán siendo un factor decisivo, tanto en mantener medidas restrictivas como en una lenta recuperación. China e India son focos de preocupación en este sentido. En tanto la guerra Rusia-Ucrania no parece tener una pronta solución, por lo que las presiones sobre costos energéticos, de materias primas y logísticos condicionarán la articulación eficiente de las cadenas globales de suministro, las cuales se empiezan a recuperar, pero se encuentran aún lejos de los niveles prepandemia.
En este contexto, las perspectivas de crecimiento no son del todo favorables para 2023. Si bien el Fondo Monetario Internacional (FMI), en su más reciente revisión de las expectativas, aumentó ligeramente 2.9% el crecimiento mundial (sobre la base del 2.7% original), mantiene su advertencia sobre el impacto de las elevadas tasas de interés y de la persistencia en los conflictos geopolíticos. Ante este escenario la recuperación de China aportará al crecimiento mundial de manera más evidente hasta 2024. Lo que es claro es la disipación de una posible recesión generalizada, aún cuando algunas economías podrían trastabillar, pero con efectos de corta duración.
Los choques de oferta son los que han provocado que los precios mundiales se incrementen; en 2022 la inflación se convirtió en una amenaza a la estabilidad, por lo que casi todas las economías de mercado se abocaron a controlarla. La política monetaria ha sido uno de los principales instrumentos con efectos positivos en el corto plazo. Así la inflación mundial estimada en 8.8 % en 2022, mostrará una mejoría en 2023 al ubicarse en niveles de 6.6% según la revisión del FMI. Sin embargo, en muchos casos el remedio ha resultado contraproducente; el aumento en las tasas de interés lejos de controlar la inflación ha deteriorado los mercados financieros y puesto trabas a la inversión y al crecimiento. Esta situación muestra que en muchos casos se erró el diagnóstico y por tanto el remedio. La inflación no es producto de una mayor demanda, a pesar de que la recuperación de la pandemia pudo elevar el consumo, es la escasez de oferta la que genera el desequilibrio en los mercados y eleva la presión sobre los precios.
En el caso de México, los indicadores contrastan. El consumo se empieza a recuperar, pero esto no se traduce en una mayor confianza. El empleo formal, fuente de estabilidad económica de las familias, también presenta una tendencia favorable y ha superado ya los niveles prepandemia pero preocupa la suficiencia y la calidad de este empleo. En 2022 se generaron poco más de 752 mil empleos formales, cuando los que se requieren son 800 mil cada año. Y la previsión para 2023 es menos favorable, no más de 600 mil, producto de un menor crecimiento.
La economía mexicana creció 3.0% en 2022, superior a la expectativa, pero significativamente menor al indicador de un año antes. Para 2023 las cosas no pintan mejor, ya que los factores que impulsan el crecimiento sólido no están despertando como deberían. La inversión privada tiene un letargo distintivo y no ha recuperado los niveles previos a la pandemia, lo cual difiere con la inversión extranjera que, impulsada por el fenómeno del nearshoring, está aprovechando las ventajas comparativas del país, localización y un tratado comercial con Estados Unidos, para ampliar sus inversiones actuales y nuevas, pero si estas no se transforman en valor agregado nacional, el impacto en el crecimiento será limitado. Por su parte la inversión pública está concentrada en proyectos poco productivos y al menos no muestran todavía un efecto impulsor del crecimiento.
Aunado a lo anterior el combate a la inflación no está obteniendo los resultados deseados, al menos no al ritmo que se necesita. Si bien los programas de concertación evitaron que el aumento de los precios alcanzara los dos dígitos, su efectividad ha perdido fuerza. Por otro lado, el incremento en las tasas de interés tampoco está logrando detener del todo la escalada, y ello se debe a que siendo una inflación producto de la oferta y no de la demanda, contener el consumo no tiene el efecto deseado, pero sí debilita los mercados financieros, limita el crédito y restringe el crecimiento. En lo que sí ha tenido éxito es en mantener estable al dólar, un precio de la economía con significativo impacto en la percepción popular.
En 2022 la inflación cerró en 7.8%, nuestra perspectiva, a principios de año, es que se pueda mantener rondando 7.0% en 2023, con una tendencia a disminuir todavía más no en el corto plazo, pero sin que llegue a los niveles cercanos del objetivo.
La lenta recuperación mundial, las restricciones de política económica y monetaria y la inversión que no despierta, nos llevan a considerar que este año la economía nacional continuará con la tendencia de debilidad, cerrando en niveles cercanos a 1.1% de crecimiento anual. Revertir la perspectiva implica identificar y reducir los riesgos que enfrentará el país en el año que apenas comienza.
Los grandes retos 2023 que enfrentaremos se enumeran a continuación:
El menor crecimiento y la persistente inflación impactarán en una menor recaudación, la cual ya agotó sus fuentes extraordinarias por la formalización y el combate a la evasión y elusión.
El precio del petróleo puede ser un arma de doble filo; si se eleva por arriba de lo programado, habrá más recursos, pero gran parte se dedicará a subsidiar la gasolina. Las presiones fiscales serán visibles.
Otra fuente de presión sobre las finanzas públicas por un mayor endeudamiento es el sostenimiento de la contrarreforma energética, que implica menor inversión para elevar la producción y el costo de rescatar a las empresas del estado.
Si se insiste en elevar las tasas de interés para combatir la inflación y sostener al dólar, el crecimiento se puede ver comprometido aún más.
Los conflictos en el marco del T-MEC, crean incertidumbre, aún cuando las posibles sanciones no se materialicen.
La militarización de la economía y el adelantado proceso electoral, también tienen impactos económicos que no se pueden soslayar.
¿Cómo enfrentar los retos?
Al ser la inflación producto de choques de oferta, se requiere incentivar una mayor inversión y producción, supliendo los insumos importados escasos y caros, con producción nacional, la cual tiene efectos multiplicadores sobre otros sectores. Elevar la productividad y la competitividad es clave.
Aprovechar de manera adecuada el nearshoring desarrollando proveedores confiables y bien integrados a las cadenas productivas regionales, con una política industrial fortalecida, lo que permitiría reorientar la inversión pública e incentivar la inversión privada.
Los retos son formidables y las estrategias a seguir lo son más, pero si no empezamos a trabajar en ello, continuaremos siendo espectadores y no actores.
Defender el acero y el aluminio es defender a México
Por Waldo Fernández González
Presidente de la Comisión de Seguimiento a la Implementación y Revisión del T-MEC en el Senado de la República
Entre los sectores económicos más importantes de México, está el acero y el aluminio. Ambos son productos estratégicos para la economía nacional, que se posiciona como uno de los principales exportadores a Estados Unidos, su principal socio comercial, y con una generación de riqueza significativa.
Regiones completas de nuestro país giran en torno a la extracción, transformación y uso de estos dos productos. Detrás de ellos, hay miles de trabajadoras y trabajadores mexicanos que todos los días sostienen con sus manos una parte sustancial de la economía y al mismo tiempo, mantienen la estabilidad de sus familias.
Por eso, hoy más que nunca, debemos defenderlos con convicción.
Eso fue lo que determinamos en el Comité Promotor de Inversión y en la formalización de las mesas de trabajo rumbo a la revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
Dichos eventos, impulsados por la Secretaría de Economía, buscan escuchar las voces de los sectores productivos, académicos, empresariales y laborales para que México llegue a la mesa de revisión con una posición sólida, consensuada y, sobre todo, con conocimiento de causa.
Es un ejercicio inédito de diálogo territorial y pluralidad económica en la historia de los tratados comerciales mexicanos.
Durante las conversaciones con las y los representantes de la industria acerera y del aluminio —entre quienes estuvieron miembros de la Confederación de Cámaras Industriales (CONCAMIN), intercambiamos puntos de vista sobre el presente y futuro del sector.
Entre aquello que compartimos, destaco dos sentimientos: orgullo e incertidumbre.
Orgullo por lo que han logrado —porque México es hoy un actor clave en la producción y exportación de acero y aluminio a nivel mundial— y preocupación ante la posibilidad de que, en el marco de la revisión del T-MEC, se impongan medidas proteccionistas o restricciones comerciales injustificadas que afecten directamente la industria y su fuerza laboral.
En el Senado de la República tenemos claro que la integración económica entre las tres naciones de América del Norte es una realidad consolidada, pero también que dicha integración atraviesa por momentos de incertidumbre.
México ha demostrado que puede competir con calidad, innovación y productividad, y que lo hace de manera justa, sin recurrir a ventajas desleales frente a sus socios comerciales.
Por ello, no puede permitirse ningún intento unilateral de limitar exportaciones mexicanas o de castigar los procesos productivos nacionales. Más aún, sabemos que debemos proteger a este sector y a todos quienes lo conforman.
Defender el acero y el aluminio mexicano no significa cerrar las puertas al comercio internacional, sino asegurar condiciones de igualdad y justicia comercial.
Por eso, desde mi responsabilidad como presidente de la Comisión de Seguimiento a la Implementación y Revisión del T-MEC en el Senado, he reiterado que la prioridad es cuidar los intereses de México y garantizar que la justicia y el bienestar de nuestra gente estén presentes en cada cláusula, en cada anexo y que cada medida comercial, esté alineada con un principio fundamental.
México ha avanzado de manera notable en sus estándares de producción, en el cumplimiento de normas ambientales y en la defensa de los derechos laborales. En ese sentido, la CONCAMIN ha sido un factor clave para ello.
En los próximos meses, el Senado acompañará este proceso de la mano con las y los industriales. Escucharemos a todos los sectores, tal como lo hace la industria, analizaremos los posibles escenarios y construiremos, junto con la Secretaría de Economía, una posición que defienda lo que somos y proyecte lo que queremos ser: un país competitivo, justo y soberano.
Defender el acero y el aluminio es defender a México. Ese será, sin duda, uno de los pilares que guiarán la revisión del T-MEC.
En octubre, la CONCAMIN llevó a cabo el Día de los Industriales bajo el lema “México industrial frente a un mundo en cambio”, con el objetivo de celebrar la visión, el esfuerzo y el compromiso de quienes, todos los días, convierten la actividad industrial en desarrollo nacional.
Alejandro Malagón Barragán, presidente de CONCAMIN, señaló que los industriales somos el motor que impulsa la innovación, quienes sostienen las finanzas públicas y que, en momentos de incertidumbre, ofrecen estabilidad. Afirmó que “el futuro no se hereda, se construye con trabajo duro”.
Durante la jornada, Graciela Báez Ricárdez, directora general de Política Educativa, Mejores Prácticas y Cooperación de la SEP, impartió la conferencia “Modelo educativo actual en México”, en la que se refirió a la transformación de la educación media superior, enfocada en la ampliación de la infraestructura con la creación de nuevos bachilleratos tecnológicos, el marco curricular común, los lineamientos de educación dual y la actualización curricular, para hacer más atractiva la oferta educativa y brindar mayores oportunidades en el mercado laboral.
También tuvo lugar el panel “El derecho al agua y la restauración de los ríos Lerma- Santiago, Tula y Atoyac”, en el que participaron Paola Félix Díaz, coordinadora general del Acuerdo Nacional por el Derecho al Agua y Cooperación Internacional de la CONAGUA, y Claudia Gómez Godoy, comisionada para la Restauración y Saneamiento del río Lerma-Santiago.
En su intervención, Paola Félix mencionó que se busca crear el Registro Nacional de Agua para el Bienestar (RENAB), así como la elaboración de un plan maestro de inversión en infraestructura en todo el país. Asimismo, destacó el Plan Nacional por el Derecho Humano al Agua y la Sustentabilidad, cuyo eje incluye diez líneas prioritarias, entre ellas impulsar la innovación tecnológica para el tratamiento, reuso y potabilización del agua.
Por su parte, Claudia Gómez expuso el resumen de los trabajos realizados en lo que va de este año para la restauración de los ríos, así como la vinculación con el Acuerdo Nacional y Cooperación Internacional, y la articulación social, que ha consistido en la organización de mesas de trabajo con colectivos, comunidades y académicos en Jalisco y Estado de México, además de recorridos con comunidades y autoridades municipales, estatales y federales en las entidades por donde pasa la Cuenca Lerma-Santiago.
En la conferencia “Hecho en México”, Andrea Genoveva Solano Rendón, titular de la Unidad de Normatividad, Competitividad y Competencia de la Secretaría de Economía, puntualizó que este distintivo garantiza la calidad, el orgullo nacional y la competitividad internacional, al invitar a las empresas a registrar sus productos de manera gratuita.
Resaltó también la importancia de la colaboración entre el sector público y el privado, aunada a la intervención de los gobiernos estatales, para el desarrollo de iniciativas conjuntas con cámaras de comercio.
En otra de las ponencia, Luis Rosendo Gutiérrez, subsecretario de Comercio Exterior de la Secretaría de Economía, habló sobre “Aranceles y revisión del T-MEC”, en la que abordó las medidas que se han implementado para fortalecer la posición de México en el comercio regional, y cómo nuestro país mantiene una ventaja relativa. Agregó que la aplicación de aranceles a países sin tratados comerciales busca impulsar la industria nacional y consideró que el T-MEC se mantendrá trilateral, porque Norteamérica es la región más integrada del mundo.
Para cerrar el encuentro, el periodista David Páramo presentó el tema “Perspectivas económicas para México y el mundo”, en la que hizo un análisis del panorama actual y de los retos que enfrenta el país.
La ruta del desarrollo económico del autotransporte de pasajeros
Por Virginia Olalde López-Gavito
Directora ejecutiva de CANAPAT
El autotransporte de pasajeros es mucho más que un medio de movilidad; es una infraestructura estratégica que sostiene la productividad económica de México. A diario transporta a millones de personas que integran la fuerza laboral, el comercio y los servicios; tan solo en 2024 fueron 3,824 millones las personas transportadas, quienes representan un eslabón indispensable en la operación de plantas industriales, centros logísticos, instituciones educativas y cadenas de valor que mantienen al país en movimiento.
Según datos del INEGI, este sector contribuye con cerca del 2.0 % del PIB y genera empleos directos e indirectos en toda la cadena productiva. Más allá de su dimensión económica, su valor radica en la función social de acercar talento a los centros de desarrollo y conectar regiones que dependen de la movilidad cotidiana para su subsistencia. Su capacidad de recuperación se evidenció en la reactivación económica posterior a la crisis vivida entre 2020 y 2022, ejemplo de cómo la colaboración entre diversas industrias ha sido clave para retomar el crecimiento e incluso superar las cifras antes de la pandemia, como se observa en la gráfica.
Por supuesto, el desarrollo económico no puede desvincularse de la infraestructura vial. Carreteras en buen estado, seguras y bien conectadas reducen costos logísticos, mejoran la puntualidad laboral y aumentan la productividad. México cuenta con una red carretera de 916 mil 078 kilómetros, que enlaza zonas urbanas, rurales e industriales.
Hoy en día existen 477 parques industriales en México, donde se localizan más de 4,000 empresas instaladas; muchos de ellos se ubican fuera de zonas urbanas, lo que refuerza la necesidad de sistemas eficientes y seguros de transporte que garanticen el acceso ordenado y confiable de su personal a estos centros productivos.
Es una realidad: la fuerza laboral de México se traslada principalmente por autobús. El autotransporte federal de pasajeros moviliza 95 % del total nacional de usuarios, lo que lo convierte en un componente esencial para el funcionamiento de cualquier cadena de valor al transportar el capital humano que genera las bases del ecosistema económico del país.
Es innegable que el autotransporte de pasajeros en México enfrenta desafíos importantes, pero estos deben entenderse como oportunidades de mejora continua. Temas como la modernización tecnológica, la seguridad vial, la formalización de más transportistas y la eficiencia operativa y energética, no significan obstáculos insalvables, sino ejes donde la participación del sector industrial puede marcar la diferencia.
Iniciativas como la renovación vehicular —cuya edad promedio ronda los 20 años —, el financiamiento verde, los corredores seguros y la integración de pequeñas empresas a modelos de negocio colaborativos fortalecen el papel del autotransporte como eje de desarrollo y movilidad. En un contexto de nearshoring y relocalización de inversiones, asegurar el traslado eficiente de trabajadores es tan estratégico como mover mercancías.
El autotransporte de pasajeros es, en esencia, una ruta hacia el desarrollo económico: mueve millones de personas, une regiones, dinamiza economías locales y genera empleos en toda la cadena de valor. Reconocerlo como infraestructura estratégica permitirá construir una movilidad más eficiente, segura y capaz de responder a los retos del entorno global.
Hablar del autotransporte de pasajeros por carretera en México es referirse a un sector fundamental, no solo por su arraigo en la vida social, política y económica, sino por su papel como motor del desarrollo nacional. Además, tiene la bondad de que cada desafío es una invitación a la colaboración. Y es en esa articulación entre industria, gobierno y operadores donde se construirá el futuro de una movilidad más integrada y sostenible.
El autotransporte de pasajeros conecta personas, pero también enlaza historias, oportunidades y progreso para México.